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¿Debemos Respetar la Dignidad Humana del Discapacitado?
La Problemática del Universo Teleológico Antrópico Implicaciones Bioéticas de los Estudios de Calidad de Vida QALYs. Una Reflexión Bioética Personalista, Abierta a lo Trascendente . (CUARTA PARTE)
Dr.
Juan Herrera Salazar: Appointed Director del Proyecto del Centro de
Bioética de la Universidad Juan Pablo II. Managua, Nicaragua.
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1. PONTIFICIO CONSEJO “ JUSTICIA Y PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. El Principio deSubsidariedad
a) Origen y significado
185 La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social de la Iglesia, presente desde la primera gran encíclica social.395 Es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social.396 Es éste el ámbito de lasociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la « subjetividad creativa del ciudadano ».397 La red de estas relaciones forma el tejido social y constituye la base de una verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas más elevadas de sociabilidad.398
186 La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la sociabilidad es subrayada por la Iglesia en la encíclica « Quadragesimo anno », en la que el principio de subsidiaridad se indica como principio importantísimo de la « filosofía social »: « Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos ».399
Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (« subsidium ») —por tanto de apoyo, promoción, desarrollo— respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.
A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.
187 El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a estas últimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad. La experiencia constata que la negación de la subsidiaridad, o su limitación en nombre de una pretendida democratización o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces también anula, el espíritu de libertad y de iniciativa.
Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato público: « Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por las lógicas burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos ».400 La ausencia o el inadecuado reconocimiento de la iniciativa privada, incluso económica, y de su función pública, así como también los monopolios, contribuyen a dañar gravemente el principio de subsidiaridad.
A la actuación del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promoción efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoración de las asociaciones y de las organizaciones intermedias, en sus opciones fundamentales y en todas aquellas que no pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso ofrecido a la iniciativa privada, a fin que cada organismo social permanezca, con las propias peculiaridades, al servicio del bien común; la articulación pluralista de la sociedad y la representación de sus fuerzas vitales; la salvaguardia de los derechos de los hombres y de las minorías; la descentralización burocrática y administrativa; el equilibrio entre la esfera pública y privada, con el consecuente reconocimiento de la función social del sector privado; una adecuada responsabilización del ciudadano para « ser parte » activa de la realidad política y social del país.
188 Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de suplencia.401 Piénsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo promueva la economía, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma autónomamente la iniciativa; piénsese también en las realidades de grave desequilibrio e injusticia social, en las que sólo la intervención pública puede crear condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificación sólo en loexcepcional de la situación. En todo caso, el bien común correctamente entendido, cuyas exigencias no deberán en modo alguno estar en contraste con la tutela y la promoción del primado de la persona y de sus principales expresiones sociales, deberá permanecer como el criterio de discernimiento acerca de la aplicación del principio de subsidiaridad. 395Cf. León XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 101-102. 123.
396Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1882.
397Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 15: AAS 80 (1988) 529; cf. Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 203; Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 439; Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 65: AAS 58 (1966) 1086-1087; Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis conscientia, 73. 85-86: AAS 79 (1987) 586. 592-593; Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 852-854; Catecismo de la Iglesia Católica, 1883-1885.
398Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 49: AAS 83 (1991) 854-856 y también Id., Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 15: AAS 80 (1988) 528-530.
399Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 203; cf. Juan Pablo II, Carta enc.Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 852-854; Catecismo de la Iglesia Católica, 1883.
400Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 854.
401Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 852-854.
2. PONTIFICIO CONSEJO “ JUSTICIA Y PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. El Principio de Solidariedad.
Significado y valor
192 La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos los niveles.413 La vertiginosa multiplicación de las vías y de los medios de comunicación « en tiempo real », como las telecomunicaciones, los extraordinarios progresos de la informática, el aumento de los intercambios comerciales y de las informaciones son testimonio de que por primera vez desde el inicio de la historia de la humanidad ahora es posible, al menos técnicamente, establecer relaciones aun entre personas lejanas o desconocidas.
Junto al fenómeno de la interdependencia y de su constante dilatación, persisten, por otra parte, en todo el mundo, fortísimas desigualdades entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, alimentadas también por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen negativamente en la vida interna e internacional de muchos Estados. El proceso de aceleración de la interdependencia entre las personas y los pueblos debe estar acompañado por un crecimiento en el plano ético- social igualmente intenso, para así evitar las nefastas consecuencias de una situación de injusticia de dimensiones planetarias, con repercusiones negativas incluso en los mismos países actualmente más favorecidos.414
La solidaridad como principio social y como virtud moral
193 Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos, que son, de hecho, formas de solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad ético-social, que es la exigencia moral ínsita en todas las relaciones humanas. La solidaridad se presenta, por tanto, bajo dos aspectos complementarios: como principio social415 y como virtud moral.416
La solidaridad debe captarse, ante todo, en su valor de principio social ordenador de las instituciones, según el cual las « estructuras de pecado »,417 que dominan las relaciones entre las personas y los pueblos, deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos.
La solidaridad es también una verdadera y propia virtud moral, no « un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos ».418 La solidaridad se eleva al rango devirtud social fundamental, ya que se coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien común, y en « la entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a "perderse", en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a "servirlo" en lugar de oprimirlo para el propio provecho (cf. Mt 10,40-42; 20, 25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27) ».419
413A la interdependencia se puede asociar el tema clásico de la socialización, tantas veces examinado por la doctrina social de la Iglesia, cf. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 415-417; Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 42: AAS 58 (1966) 1060-1061; Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 14-15: AAS 73 (1981) 612-618.
414Cf.
Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo
rei socialis, 11-22: AAS 80 (1988)
525-540.
415Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1939-1941.
416Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1942.
417Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 36. 37: AAS 80 (1988) 561-564; cf. Id., Exh. ap. Reconciliatio et paenitentia, 16: AAS 77 (1985) 213-217.
418Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38: AAS 80 (1988) 565-566.
419Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 38: AAS 80 (1988) 566. Cf. además: Juan Pablo II, Carta enc. Laborem exercens, 8: AAS 73 (1981) 594-598; Id., Carta enc. Centesimus annus, 57: AAS 83 (1991) 862-863.
3. Vico Giambattista ( 1668-1744). La concepción de Vico presenta mayores semejanzas con las posiciones de Fichte y Schelling, y aún más con la visión circular que es propia de las filosofías orientales, según las cuales en la historia no se verifica un auténtico progreso, sino, por el contrario, un retorno de los ciclos siempre iguales. Verum ipsum factum (Lo verdadadero es lo mismo que lo hecho). Verum et factum convertuntur (La verdad y el hecho son convertibles).
4. Ayer A.J Standford Encyclopedia of Philosophy: Moral Antirealism.
Moral noncognitivism holds that our moral judgments are not in the business of aiming at truth. So, for example, A.J. Ayer declared that when we say “Stealing money is wrong” we do not express a proposition that can be true or false, but rather it is as if we say “Stealing money!!” with the tone of voice indicating that a special feeling of disapproval is being expressed (Ayer [1936] 1971: 110). Note how the predicate “…is wrong” has disappeared in Ayer's translation schema; thus the issues of whether the property of wrongness exists, and whether that existence is mind-dependent, also disappear.
The moral error theorist thinks that although our moral judgments aim at the truth, they systematically fail to secure it. The moral error theorist stands to morality as the atheist stands to religion. Noncognitivism regarding theistic discourse is not very plausible (though see Smith 1980); rather, it would seem that when a theist says “God exists” (for example) she is expressing something that aims to be true. According to the atheist, however, the claim is untrue; indeed, according to her, theistic discourse in general is infected with error. The moral error theorist claims that when we say “Stealing is wrong” we are asserting that the act of stealing instantiates the property of wrongness, but in fact nothing instantiates this property, and thus the utterance is untrue. (Why say “untrue” rather than “false”? See section 4 below.) Indeed, according to her, moral discourse in general is infected with error.
Subjectivism (as it will be called here) allows that moral facts exist but holds that they are, in some manner to be specified, constituted by our mental activity. The slogan version comes from Hamlet: “there is nothing either good or bad, but thinking makes it so.” Of course, the notion of “mind-independence” is problematically indeterminate: Something may be mind-independent in one sense and mind-dependent in another. Cars, for example, are designed and constructed by creatures with minds, and yet in another sense cars are clearly concrete, non-subjective entities. Much careful disambiguation is needed before we know how to circumscribe subjectivism, and different philosophers disambiguate differently. Many philosophers question whether the “subjectivism clause” is a useful component of moral anti-realism at all. Many advocate views according to which moral properties are significantly mind-dependent but which they are loath to characterize as versions of moral anti-realism.
There is a concern that including the subjectivism clause threatens to make moral anti-realism trivially true, since there is little room for doubting that the moral status of actions usually (if not always) depends in some manner on mental phenomena such as the intentions with which the action was performed or the episodes or pleasure and pain that ensue from it. The issue will be discussed below, with no pretense made of settling the matter one way or the other. Sometimes “subjectivism” is used to denote the thesis that in making a moral judgment one is reporting (as opposed to expressing) one's own mental attitudes (e.g., “Stealing is wrong” means “I disapprove of stealing”). The term “subjectivism” is not used in this way in this entry (though the theory just described would count as a version of subjectivism in the sense that I am using the term).
5. Russells Bertrand, Standford Encyclopedia of Philosophy : Russell's Moral Philosophy Two Arguments for Emotivism: Ayer, Russell & Moore, Russell's Moral Philosophy First published Mon Dec 17, 2007.
6. Kelsen Hans, Standford Encyclopedia of Philosophy : The idea of a Pure Theory of Law was propounded by the formidable Austrian jurist and philosopher Hans Kelsen (1881–1973). (See bibliographical note) Kelsen began his long career as a legal theorist at the beginning of the 20th century. The traditional legal philosophies at the time, were, ... Legal positivism is the thesis that the existence and content of law depends on social facts and not on its merits. The English jurist John Austin (1790-1859) formulated it thus: “The existence ... Kelsen (1881-1973) and the two dominating figures in the analytic philosophy of law, H.L.A. Hart (1907-92) and Joseph Raz among whom there are clear lines of influence, but also important contrasts. Legal ... The Nature of Law: Lawyers are typically interested in the question: What is the law on a particular issue? This is always a local question and answers to it are bound to differ according to the specific jurisdiction ... Kelsen, for instance, maintained that the monopolization of violence in society, and the law's ability to impose its demands by violent means, is the most important of law's functions in society. Twentieth ... Legal obligation and authority: Whatever else they do, all legal systems recognize, create, vary and enforce obligations. This is no accident: obligations are central to the social role of law and explaining them is necessary to ... Kelsen, argue that the content of every legal system can and should be represented solely in terms of duty-imposing and duty-excepting laws. Bentham asks, “What is it that every article of law has ... Legal rights are, clearly, rights which exist under the rules of legal systems. They raise a number of different philosophical issues. (1) Whether legal rights are conceptually related to other types ... Kelsen) appear to have adhered to the first view, whilst more recent writers (e.g., MacCormick, Raz, Wellman) take the second. The second view has the implication that the force of a right is not necessarily exhausted ...
7. Stevenson Charles Metaethics is the attempt to understand the metaphysical, epistemological, semantic, and psychological, presuppositions and commitments of moral thought, talk, and practice. As such, it counts within ... Stevenson, Charles, 1937. “The Emotive Meaning of Ethical Terms,” Mind 46: 14-31. Stevenson, Charles, 1944. Ethics and Language. New Haven: Yale University Press. Stevenson, Charles, 1963.
Is morality more a matter of taste than truth? Are moral standards culturally relative? Are there moral facts? If there are moral facts, what is their origin? How is it that they set an appropriate standard for our behavior? How might moral facts be related to other facts (about psychology, happiness, human conventions…)? And how do we learn about the moral facts, if there are any? These questions lead naturally to puzzles about the meaning of moral claims as well as about moral truth and the justification of our moral commitments.
Metaethics explores as well the connection between values, reasons for action, and human motivation, asking how it is that moral standards might provide us with reasons to do or refrain from doing as it demands, and it addresses many of the issues commonly bound up with the nature of freedom and its significance (or not) for moral responsibility.[1]
8. Marcuse Herbert, el libertarismo, el polimorfismo sexual. Eros e civilta; a cura Melchiorre, Amore e matrimonio. pp 458. In Elio Sgreccia, Manuale de bioetica Ed. Vita e Pensiero., 2006, pag 389.
9. Sartre J. P. “ J’existe mom corp “ , Concezione monistica, visione riduzionistica del corpo e della politica. In Elio Sgreccia Manuale di bioetica Ed. 2006. Vita e Pensiero. Pag. 115.
10. Hume D: Liberalismo etico ( Hume, Smith, Short Mell,Gregory ) . In Elio Sgreccia Manuale di bioetica Ed. 2006. Vita e Pensiero. Pag. 16. The most important philosopher ever to write in English, David Hume (1711-1776) — the last of the great triumvirate of “British empiricists” — was also well-known in his own time as an historian and essayist. A master stylist in any genre, Hume's major philosophical works .
11. Herrera Salazar Juan; Es posible Integrar las Diferentes Teorias Eticas, Conciliarlas y Complementarlas. ¿Podemos Superar los Clásicos Modelos Bioéticos? El Panorama de la Bioética Contemporanea . Revista Electrónica Portales Médicos .com 16/08/2010
12. Tommaso d'Aquino, Summ. Theol., I, q. 29, a. 3. Subsistens in rationali natura”. Subsistente singular (individuo) de naturaleza racional. Iª q. 29 a. 1 arg. 1 Ad primum sic proceditur. Videtur quod incompetens sit definitio personae quam Boetius assignat in libro de duabus naturis, quae talis est, persona est rationalis naturae individua substantia. Nullum enim singulare definitur. Sed persona significat quoddam singulare. Ergo persona inconvenienter definitur. Iª q. 29 a. 1 arg. 2 Praeterea, substantia, prout ponitur in definitione personae, aut sumitur pro substantia prima, aut pro substantia secunda. Si pro substantia prima, superflue additur individua, quia substantia prima est substantia individua. Si vero stat pro substantia secunda, falso additur, et est oppositio in adiecto, nam secundae substantiae dicuntur genera vel species. Ergo definitio est male assignata.
Iª q. 29 a. 1 arg. 3Praeterea, nomen intentionis non debet poni in definitione rei. Non enim esset bona assignatio, si quis diceret, homo est species animalis, homo enim est nomen rei, et species est nomen intentionis. Cum igitur persona sit nomen rei (significat enim substantiam quandam rationalis naturae), inconvenienter individuum, quod est nomen intentionis, in eius definitione ponitur.
Iª q. 29 a. 1 ad 1Ad primum ergo dicendum quod, licet hoc singulare vel illud definiri non possit, tamen id quod pertinet ad communem rationem singularitatis, definiri potest, et sic philosophus definit substantiam primam. Et hoc modo definit Boetius personam.
Iª q. 29 a. 1 ad 2Ad secundum dicendum quod, secundum quosdam, para completar la disputatio leer hasta Iª q. 29 a. 4 ad 4.
3 Jam quanta sermonibus ejus fides, quanta auctoritas, quam pressa et decora .....Numerantur enim sententiae, non ponderantur; nec aliud in publico .
Although Russell became a convert to the doctrines of Principia Ethica, he disagreed with Moore on two important points. Russell, like Moore was what is nowadays known as a consequentialist. He believed that the rightness or otherwise of an act is ‘in some way, dependent on consequences’. But for the young Moore, it is ‘demonstrably certain’ (!) that ‘I am morally bound to perform this action’ is identical [that is synonymous] with the assertion ‘This action will produce the greatest amount of possible good in the Universe’. (PE: ch. 5, §89.) Thus it is analytic that the right thing to do is the action that will, actually produce the best consequences. But in Russell's view this claim is neither analytic nor true. Moore's own Open Question Argument can be deployed to prove that it is not analytic and a little critical reflection reveals that it is not true. ‘It is held [by Moore] that what we ought to do is that action, among all that are possible, which will produce the best results on the whole; and this is regarded as constituting a definition of ought. I hold that this is not a definition, but a significant proposition, and in fact a false one.‘ (RoE: 101/Papers 4: 573.) It is a ‘significant’ or non-analytic proposition because a competent speaker can believe that X is the act that will produce the best consequences without believing that he ought to do it. If the two propositions ‘X is the act available to me that will produce the best consequences’ and ‘I ought to do X’ were really synonymous, then a competent speaker could not believe the one whilst remaining doubt about the other. Since this is perfectly possible (as is shown by the fact that ‘Ought I to do what will have the best results?’ is an obstinately open question for competent speakers of English) the two claims are not synonymous.
But the fact that these claims are not synonymous does not show that it is false that I ought to do that act which will, in fact, produce the best consequences. The latter claim could be synthetic (or, as Russell would have it, ‘significant’) but true. Why does Russell think it false? Russell raises thead hominem objection that Moore's thesis is flatly inconsistent with the moral conservatism that he goes on to embrace. According to Moore, although ‘there are cases where [an established moral] rule should be broken’, since ‘in some cases the neglect of an established moral rule will be the best course of action possible’, nevertheless, ‘we can never know what those cases are, and ought, therefore, never to break it.’ (PE: §99.) ‘The individual, therefore, can be confidently recommended always to conform to rules which are generally useful and generally practiced.’ But if we ought to perform the best action possible, what this implies is that there are some cases (though we can never know which) where we ought to do what it is not the case that we ought to do. Moore could avoid this contradiction by adopting the view that what we ought to do is that action which we have reason to believe will, produce the best consequences. As Russell himself put it, Moore's moral conservatism ‘implies that we ought to do what we have reason tothink will have the best results, rather than what really will have the best results’ [my italics] — since, in any given instance, we may have reason tothink that the conventionally right act will have the best consequences even though we know that this won't always be the case
103.a Scarpelli U Assenza di danno rilevante, principio di toleranza page 65 . Manuale di Bioetica vol 1. E. Sgreccia, Vita e Pensiero ,2006. pag 47,50,53, 60 ( Etica senza verita, Bologna 1982.
104.a Engelhardt.H.T: Manuale di Bioetica vol 1. E. Sgreccia, Ed. Vita e Pensiero. 2006. Pag. 58. Foundations of bioethics. Ny .1996. The FOUNDATIONS OF BIOETHICS POR H. TRISTRAM ENGELHARDT, JR.: COMENTARIOS A LA RESEÑA DE JAMES F. DRANE ( principio del permiso , sustituto del principio de autonomia y de la beneficiencia). H.T .Engelhardt “I acknowlwedge the postraditional and post-Christian character of our culture, its character is not something I celebrate. Quite the contrary.
105.a Jansen, A. Siegler M y Winsdale, W La investigación clínica. En: Ética clínica. Ariel, Barcelona, 2005. pp.320 y sig.
106.a Scheller M, Hartman N. In: Manuale di Bioetica vol 1. E. Sgreccia, Ed. Vita e Pensiero. 2006. Pag. 58.
107.a Gracia D. In: Manuale di Bioetica vol 1. E. Sgreccia, Ed. Vita e Pensiero. 2006. Pag. 58. “ Etica Formale dei Beni , afferma l éssigenza formale e universale dei valori, in quanto la stessa conoscenza della realta suscita nella coscienza il senso della realtacome valori,ma tale esigenza,formale si realizza in atti di valutazione o valorizzazione che sono soggettivi e dettati dalle circonstanze. Come esigenza, la morale e fondata in senso razionale e universale, ma come scelta concreta torna ad essere dettata dalla valutazione soggetiva.) Gracia , Fundamentos de bioética pag. 363-382.
108.a Veatch R.M. In: Manuale di Bioetica vol .1 E. Sgreccia, Ed. Vita e Pensiero. 2006. Pag. 62. Por Robert M. Veatch ( Medical ethics, The patient-physician relation: the patient as partner ), última visita 10 de Octubre 2010.
109.a John Rawls (b. 1921, d. 2002) was an American political philosopher in the liberal tradition. His theory of justice as fairness envisions a society of free citizens holding equal basic rights cooperating within an egalitarian economic system. His account of political liberalism addresses the legitimate...
The original position is a central feature of John Rawls's social contract account of justice, “justice as fairness,” set forth in A Theory of Justice (TJ). It is designed to be a fair and impartial point of view that is to be adopted in our reasoning about fundamental principles of justice. ...
1.1 Jeremy Bentham , 2.2 John Stuart Mill … Mill then continues to argue that people desire happiness — the utilitarian end — and that the general happiness is “a good to the aggregate of all persons.” .
115.a Singer Peter, escritos que se refieren a este controvertido bioeticista: Arquitectos de la Cultura de la Muerte : De Marco Donald, Benjamin D Wike. Singer, Peter, 1972, “Famine, Affluence, and Morality,” Philosophy and Public Affairs, 1: 229–43 1999, “Living High and Letting Die,” Philosophy and Phenomenological Research, 59: 183–87. 1993, Practical Ethics, 2d edition, Cambridge: Cambridge University Press. International justice has only recently become a serious topic within political philosophy. Philosophers have, of course, long debated certain moral aspects of international politics; the morality ... Peter Singer's seminal 1972 article on the moral legitimacy of famine.Singer's article remains influential, in part because of its singular potency in pointing to the gap between our moral principles ...
116. Marcus Tullius Cicero: De Republica:
“ Est quidem vera lex recta ratio naturae, diffusa in omnes, constans, sempiterna, quae vocet ad officium jubendo, vetendo a fraude deterreat; ...Huic legi non abrogari fas est neque derogari ex hac aliquid licet neque tota abrogari potest, nec vero aut per senatum aut per populum solvi hac lege possumus, neque est quaerendus explanator aut interpres eius alius, nec erit alia lex Romae, alia Athenis, alia nunc, alia posthac, sed et homnes gentes et omni gentes et omni tempore una lex et sempiterna et immutabilis continebit, unusque erit communis quasi magister et imperatur omnium deus, ille legis huius inventor, disceptator, lator; cui qui non parebit, ipse se fugiet ac naturam hominis aspernatus hoc ipso luet maximas poenas, etiamsi cetera supplicia, quae putantur, effugerit.
117. L. Annaei Senecae. Epistulae morales ad lucilium .
Seneca Epistulae Morales - Liber I
Seneca, insieme a Cicerone, rappresenta l’esponente più significativo della prosa filosofica romana: egli esprime la sua concezione della vita e dell’uomo nelle Epistulae ad Lucilium, l’opera filosofica più profonda ai fini della comprensione del suo messaggio. In tale opera (58, 32 – 37) viene ripresa ed elaborata in maniera personale la dottrina stoica del suicidio. Esso è lecito e addirittura doveroso, quando all’uomo diventa impossibile vivere secondo natura, ossia secondo la retta ragione, la sapienza e la virtù. Per Seneca, infatti, chiunque non è più padrone delle sue capacità razionali, avendo perso il senso e lo scopo della vita, deve porre fine ai suoi giorni
La Etica de la Virtud y el Principialismo Etico en los Estados Unidos de Norteamerica , se enfrentan y han dado lugar a una serie de publicaciones que recomendamos para tener una panorama del debate actual , que repercute en un nuestra América Hispana:
Veatch RM. "Do not resuscitate" orders: an ethical analysis. En: Veatch RM. The patient-physician relation: the patient as partner. Part 2. Bloomington: Indiana University Press; 1991: 240-249. (Medical ethics series.)
Beauchamp TL, Childress JF. Principles of biomedical ethics. 3a ed. New York: Oxford University Press; 1989:215-218.
Buchanan A. The physician's knowledge and the patient's best interest. En: Pellegrino ED, Veatch RM, Langan JP. Ethics, trust and the professions. Washington, DC: Georgetown University Press; 1991:93-112.
Pellegrino ED. Trust and distrust in the professional ethic. En: Pellegrino ED, Veatch RM, Langan JP. Ethics, trust and the professions. Washington, DC: Georgetown University Press; 1991:69-89.
Pellegrino ED, Tomasma DC. For the patient's good: the restoration of beneficence in health care. New York: Oxford University Press; 1998: 73-91.
Personalismo algunas lecturas complementarias aconsejadas en relación al personalismo, vista la historia antigua y su desarrollo reciente, ver personalismos ateos:
Standford Encyclopedia of Phylosophy: Personalism First published Thu Nov 12, 2009
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