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Año Electoral, Reflexiones sobre Nuestra Responsabilidad Social y Política a la Luz de La DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA CATÓLICA
Gerardo Antonio Bonilla, Managua Nicaragua, Miembro de la Comunidad Redemptor Hominis, De la Arquidiocesis de Managua, Nicaragua.
I. EL ¿ POR QUÉ ? DE ESTE TEMA
Una vez más, nuestro país se encuentra a las puertas de un proceso de elección de autoridades nacionales, y todos los nicaragüenses vemos, en los diferentes medios de comunicación un desfile de candidatos que tratan de atraer nuestra atención con:
· Promesas ya desgastadas por décadas: “Voy a crear 500 000 empleos; voy a construir un millón de casas; voy a dar salud gratuita; voy a dar educación gratuita; bla…bla…”
· Símbolos que son una vil manipulación de los signos de la Iglesia Católica a la que, desgraciadamente, la mayor parte de ellos dicen pertenecer.
Pero a todos los que hacen uso de esta infame demagogia se les olvida lo siguiente:
Por otro lado, lo importante es saber que estrategia utilizarán para crear fuentes de empleo permanente y que demuestren la forma en que planificarán la producción y la economía, que son los principales ejes motores para impulsar el desarrollo. ¿Cómo lograrán aumentar el Producto Interno Bruto? ¿Cómo lograrán aumentar el Ingreso Per Cápita de los nicaragüenses? ¿Harán una justa distribución de la riqueza? ¿Cómo lograrán que este país alcance niveles de producción agrícola e industrial que por lo menos lo equipare con el resto de Centroamérica? ¿Cómo harán para recuperar los millones de dólares que sus predecesores le han robado a este pobre y desventurado pueblo? ¿Estarán dispuestos a crear leyes que eviten que Nicaragua siga siendo un paraíso para refugio de criminales y lavado de dinero? ¿Eliminarán la inmoral inmunidad-impunidad? ¿Los cargos públicos de las instituciones que deben estar al servicio del pueblo, serán asumidos por gente profesional y muy capaz o se seguirán colocando monigotes que simplemente sigan los “lineamientos del partido” y por culpa de malas decisiones producto de su ignorancia y estupidez, se dilapide el dinero de los contribuyentes (obras públicas deficientes, políticas económicas absurdas, destrucción de nuestros recursos naturales, etc.)? ¿Crearán mecanismos que obliguen a todas las instituciones que se escudan en la “autonomía” a dar cuentas sobre el dinero que reciben del presupuesto nacional, como son las universidades y municipios, así como los entes descentralizados? ¿Cuáles serán sus salarios? ¿Crearán leyes y destinarán los recursos necesarios y suficientes para la protección de nuestros recursos naturales, flora y fauna que actualmente está sufriendo el exterminio por asesinos internacionales apoyados por criminales nacionales? ¿Protegerán y fomentarán la cultura y la idiosincrasia de Nicaragua incluso prohibiendo la difusión de literatura, música, videos, etc. que promocionen los antivalores o sincretismos culturales que destruyen principalmente al mayor tesoro que tiene este país como son los niños, adolescentes y jóvenes?
Los políticos están acostumbrados a que nosotros sólo estemos como simples espectadores escuchándoles sus peroratas, hay que pasar del pasivismo a la participación activa, acosándolos con este tipo de interrogantes y sobre todo luego de que ellos hayan terminado su arenga, hay que hacerles las siguientes preguntas: ¿Cómo hará posible eso que promete? ¿Cuándo o en que plazo lo hará: corto, mediano o largo? ¿Estaría dispuesto a firmar un compromiso de que si no realiza lo que promete en el plazo que lo señala, renunciaría de su cargo inmediatamente? Es hora de que el Güegüense que llevamos en la sangre se burle de los que por décadas han traicionado nuestra fe y confianza y que nos han llevado a niveles de miseria jamás imaginados.
El Pez: La palabra griega para pez es ichthus, palabra en clave secreta entre los cristianos, pues realmente era un acróstico. La “i” representaba la primera letra del nombre de Jesús (Iesous) en griego, la “ch” la primera letra en la palabra Cristo (Christos) en griego, la “th” la primera letra de la palabra Dios (Theou) en griego, la “u” por la palabra hijo (Uios) en griego y la “s” por salvador (Soter) también en griego. Para los primeros cristianos, el signo del pez o la palabra para pez, ichthus, quería decir Iesous Christos, Theou Uios, Soter, “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. Hay que preguntarles a los políticos que hoy utilizan este símbolo ¿qué significa para ellos?
Ø La Paloma: Siempre ha sido un signo o representación del Espíritu Santo (Lucas 3,22). Aún cuando se quiera justificar como símbolo de paz, ésta paloma tiene una característica especial, pues lleva en el pico una rama de olivo, que es otro símbolo que se extrae de la Sagrada Escritura (Génesis 8,11). Por lo tanto cualquier partido político que utilice una paloma como logotipo de un estandarte propagandístico está manipulando otro símbolo del cristianismo.
Ø La Campana: Es un instrumento sonoro que siempre ha servido como un medio de llamada de los fieles a la participación de los oficios religiosos de las Iglesias. Utilizar el tañido de campanas en un spot publicitario de un partido político es otro irrespeto a los símbolos de la Iglesia pues ya no se trata de convocar al pueblo santo a participar del memorial del Sacrificio redentor de Jesucristo, sino atraer a los incautos a apoyar una corriente partidaria que al único dios al que le rinden culto es a Mammón (la riqueza).
Con base en todo lo anterior y por si acaso creen que los nicaragüenses, principalmente los cristianos católicos somos ignorantes que nos pueden engañar manipulando nuestros símbolos, pues en lo personal quiero decirles que lo siento mucho pues en todo caso los ignorantes serían aquellos que utilizan la Demagogia, pues realmente no han aprendido de la historia y si son capaces de irrespetar a la Iglesia, de qué otra cosa no serán capaces.
Y ese es el principal motivo de este documento, dar a conocer a los nicaragüenses el verdadero sentido y razón de ser de que la Iglesia intervenga en “asuntos políticos”. La Doctrina Social de la Iglesia, se interpreta por sí misma, por eso si muchas veces algunos miembros de la jerarquía de la Iglesia aparecen en lo que pareciera un “inmoral coqueteo” con la actual miasma política de este país, que hoy los utiliza y mañana les da la patada, hay que pedir como Jesús: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Cfr. Lucas 23,34).
Durante los próximos meses escucharemos hablar del bien común, el trabajo, la familia, la economía, etc. Pues bien, he aquí el concepto que la Iglesia tiene para cada no de estos temas, por lo que hay que revisarlos bien y extraer elementos que permitan confrontar a los candidatos e incluso, estar atentos a la infaltable “Carta Pastoral” que siempre sale a luz antes de la fecha de las elecciones, la cual no debe entrar en contradicción con la misma Doctrina Social, por lo que ahora tienes en tus manos elementos de comparación. Asimismo, servirán como referencia cuando como ciudadanos tengamos que reclamar nuestros derechos, pues si nuestro gobernante se autodenomina católico, está obligado a cumplir lo que aquí se señala.
II. CONCEPTO
La Doctrina Social de la Iglesia (de aquí en adelante DSI) es el conjunto de principios, juicios y normas que sirven para orientar y regular la actividad social de los hombres y mujeres y para resolver los problemas actuales. Estos principios y normas los deduce la razón de la naturaleza del ser humano y de la sociedad, y los confirma la revelación. Su exposición auténtica la hace el Magisterio de la Iglesia. Esto significa:
a) Que está constituida por principios del derecho natural, del dogma y de la moral, aplicables a las diversas situaciones históricas; afirma la dignidad de la persona humana, la igualdad fundamental de los seres humanos sus derechos inalienables, el derecho a la vida, a la propiedad, el derecho natural de asociación, etc.
b) Que está compuesta por juicios morales, dictados sobre los hechos, las asociaciones y las doctrinas. Por ejemplo la conveniencia de la organización gremial y la no aceptación del comunismo.
c) Que comprende normas morales que se deducen de los principios; por ejemplo las obligaciones sociales de la propiedad, el salario, etc. Por tanto, al decir DSI, se entiende algo concreto, aunque la intervención de la Iglesia en el campo doctrinal permanezca siempre dentro de los límites de la defensa de la dignidad humana. “En fin, lejos de anunciar para la sociedad futura el reinado de una felicidad ideal, de donde estuviera el dolor desterrado, traza con la palabra y el ejemplo el camino de la felicidad posible en la tierra y de la bienaventuranza perfecta en el cielo: el camino real de la Santa Cruz. Enseñanzas son éstas que sería error aplicar únicamente a la vida individual en orden a la salvación eterna, pues son también eminentemente sociales y nos muestran en Nuestro Señor Jesucristo algo más que humanitarismo sin consistencia y sin autoridad” (Pío X, Notre Charge Apostolique, 38).
III. DERECHO Y OBLIGACION DE LA IGLESIA A INTERVENIR EN CUESTIONES SOCIALES
La Iglesia ha recibido la autoridad plena de publicar la ley moral e interpretarla y exigir su oportuna observancia; las leyes sociales y económicas se fundan en la naturaleza de las cosas y en las actitudes del cuerpo y del alma; por ello están estrechamente ligadas a la moral. La actividad económica no es solamente un juego de fuerzas ajenas a la voluntad de la persona como los fenómenos químicos, sino que está dirigida por la inteligencia y la voluntad del hombre y la mujer: el producir riquezas, el buscar una ganancia al ponerlas al servicio de los demás, el reparto del producto, todo lo dirige y determina el ser humano. Por tanto, como son actos humanos, los cuales pueden ser buenos o malos, están sujetos a normas morales y la Iglesia es la que está encargada por Dios de dar esas normas y de velar por su cumplimiento. La Iglesia, con respecto al aspecto técnico o meramente económico de la “cuestión social” no tiene misión alguna de intervenir. Pero cuando se trata de actos humanos sujetos a las leyes morales, no puede aceptar que estas leyes se violen, así como también el orden establecido por Dios. La Quadragesimo Anno recuerda que “Es un error afirmar que el orden económico y el orden moral están separados y son tan ajenos entre sí, que aquel no depende para nada de éste” (QA 42), y establece que la Iglesia tiene “el derecho y el deber de juzgar con autoridad suprema estas cuestiones sociales y económicas” (QA 41); hace constatar que el derecho dado por Dios de intervenir no se extiende a las cosas técnicas sino a “todo aquello que toca a la moral” (QA 41); y sienta la afirmación de que “tanto el orden social cuanto el orden económico están sometidos y sujetos a nuestro supremo juicio, pues Dios nos confió el depósito de la verdad, y el gravísimo encargo de publicar toda la ley moral e interpretarla, y aún oportuna e inoportunamente” (QA 41).
Por tanto, la DSI, sirve para resolver los problemas sociales de nuestro tiempo. En ella hay algo permanente, inmutable y hay aplicaciones que se van haciendo a las diversas circunstancias. Esta doctrina, por estar basada en el derecho natural y en la verdad revelada, se adapta a las diversas situaciones históricas. Es por eso que el principio capital, sin duda alguna, de esta doctrina afirma que el ser humano es necesariamente fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales; el ser humano, en cuanto es sociable por naturaleza, ha sido elevado a un orden sobrenatural.
En este sentido, el fin de la DSI es ayudar, según la forma propia de la Iglesia, a los pueblos y a los gobernantes a organizar una sociedad más humana, más acorde con la voluntad de Dios sobre el mundo. Por tanto, las características principales de esta doctrina son las siguientes:
La Iglesia, de hecho, saca del Evangelio las doctrinas, gracias a las cuales, ciertamente se resolverán los conflictos.
IV. EL HOMBRE Y LA MUJER
La Iglesia considera al hombre y a la mujer en un doble aspecto: es un ser individual y es un ser social. Es un ser individual compuesto de cuerpo y espíritu, que tiene fin propio; es un ser social en cuanto necesita para su perfeccionamiento el vivir en sociedad. Como ser individual el ser humano se pertenece a sí mismo, dispone de sus facultades, es principio de actos que emanan de su propia libertad; tiene fin personal, estrictamente individual, así como su personalidad; que le es propia. Este fin personal, consiste en el conocimiento, amor y posesión de Dios, se impone a título absoluto, es decir, no puede sacrificarlo como “medio” a cualquier otro fin y tiene el derecho y el deber de hacerlo respetar, haciéndolo término último de sus actos. Este derecho y este deber, regulan su libertad trazándole sus límites legítimos. El que el ser humano sea un ser social, significa que no puede alcanzar su fin y su perfeccionamiento individual por actos exclusivamente individuales. Así el hombre y la mujer nace dentro de una familia y de una sociedad civil y necesita de ellas para poder tener lo que le hace falta para subsistir, para educarse y progresar. Sin la sociedad, el ser humano aislado se quedaría en un lamentable atraso y tendría que vencer inmensas dificultades para satisfacer las necesidades más elementales.
Toda persona sufre la influencia de las otras personas. No es posible la esfera aislada, impenetrable, donde se encastille el ser humano. Toda vida humana irradia para bien o para mal en la sociedad humana. Esta compenetración de las actividades humanas, esta universal y recíproca influencia, señalan nuestro carácter eminentemente social. Quiéralo o no, el ser humano depende de sus semejantes y su propio bienestar está ligado al de los demás. La conciencia de esta realidad es lo que se llama “sentido social”.
En la dimensión de la fe y al mismo tiempo haciendo uso de la razón, podemos decir sobre el ser humano que tiene un alma espiritual e inmortal y un cuerpo; es un microcosmos o pequeño mundo que excede en valor a todo el inmenso mundo inanimado. Dios sólo es su fin. La gracia santificante lo ha elevado al grado de hijo de Dios, miembro de su cuerpo místico, es decir la Iglesia, por el bautismo, que tiene derecho a la vida, a la integridad física, a los medios necesarios para su existencia, derecho a tender a su último fin, derecho de asociación, de propiedad y del uso de la misma.
Por eso, la verdadera dignidad y excelencia del ser humano radica en lo moral, es decir en la virtud. La virtud es patrimonio común de todos los hombres y mujeres, asequible por igual a ricos y pobres, de una raza u otra, de distinta mentalidad, posición social, credo o educación. La igualdad fundamental es la diversidad funcional, manifiesta la dignidad del hombre y la mujer.
1) DERECHOS DEL HOMBRE Y LA MUJER: Los derechos fundamentales del hombre y
de la mujer son:
a) Derecho a la vida: mantener y desarrollar la vida corporal, intelectual y moral.
b) Derecho a los medios necesarios para la existencia: la alimentación, la vivienda, la recreación, la educación.
c) Derecho a la libre asociación: al matrimonio y a la consecución de su objeto, derecho a la sociedad civil.
d) Derecho a la libre elección del estado.
e) Derecho al trabajo, como medio indispensable para el mantenimiento de la vida familiar.
f) Derecho al uso de los bienes materiales, a la propiedad.
g) Derecho a la libertad de creencias en el campo religioso.
h) Derecho a tender a su último fin: Dios.
i) Derecho de buscar la verdad libremente y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, manifestar y difundir sus opiniones, y de disponer de una información objetiva de los sucesos públicos.
2) DEBERES DEL HOMBRE Y LA MUJER: A cada derecho corresponde también un deber
para consigo mismo y para con los demás. Así:
a) Para el derecho a la vida, corresponde el deber de conservarla.
b) Para el derecho a un decoroso nivel de vida, el deber de vivir con decoro.
c) Al derecho de buscar libremente la verdad, el deber de buscarla cada día con profundidad y amplitud.
d) El deber de respetar los derechos ajenos.
e) El deber de colaborar con los demás.
f) El deber de actuar con responsabilidad.
V. LA SOCIEDAD
A) EN SU CONJUNTO
La sociedad es una agrupación de hombres y mujeres organizados de una manera estable en orden a un fin común. Tres elementos constitutivos de toda sociedad son:
a) Unión de voluntades que con estabilidad buscan un mismo bien.
b) Un fin común. La sociedad es un todo moral, una especie de cuerpo compuesto de miembros que mutuamente se ayudan, para conseguir su fin con más facilidad.
c) Una autoridad. Es imposible para cualquier sociedad conseguir la unión de todos para un fin, si no hay alguien que pueda orientar a todos e indicar lo que deben hacer.
En este sentido, el hombre y la mujer pertenecen a varias sociedades simultáneamente:
a) La familia: es la primera sociedad y es el fundamento de todas las demás
b) La comunidad: Es el primer grupo espontáneo que resulta cuando personas o familias participan de las mismas condiciones de vida común.
c) La sociedad civil o política: ésta se origina por la agrupación necesaria y organizada de las familias y grupos y recibe varios nombres: Nación, Patria, Estado.
d) Las asociaciones: Dentro de la gran sociedad civil, a diferencia de las comunidades que son espontáneas, se forman otras sociedades menores voluntarias, con fines de cultura, de comercio, deporte o de mejoramiento y defensa de la profesión, los sindicatos, etc.
e) La sociedad internacional: Las naciones, como los individuos, tienen entre sí relaciones e intereses comunes y necesitan unas de otras. La asociación entre las naciones responde a una necesidad y a una tendencia de la humanidad.
f) La sociedad “sobrenatural”: por voluntad de Dios y de acuerdo con esta sociabilidad del hombre y de la mujer, también los dones espirituales que necesitan para llegar a la vida plena, los recibe como miembro de la Iglesia.
Por eso cuando hablamos de orden social, debemos comenzar por estar conscientes de que hay orden cuando cada cosa está en su lugar. Y habrá orden en la sociedad cuando la autoridad manda lo más conveniente para el bien común y cuando cada uno de los ciudadanos hace lo que le toca y de esa actividad resulta el bienestar colectivo. El orden y la paz social se obtendrán si cada uno respeta los derechos, sanciona las faltas y establece la armonía entre los intereses encontrados a veces de los individuos y de los grupos.
Cuando estas características están ausentes en la sociedad se dice que la misma es deforme y se puede decir que los elementos que deforman una sociedad son:
a. El individualismo: cuando se deja al individuo en libertad absoluta de decidir en su propia conveniencia, olvidando los derechos de los demás y prescindiendo de la justicia y la vida social.
b. El totalitarismo: cuando se niega a la persona todo derecho, no cuenta con su carácter individual, y la somete al poder despótico de un Estado y a ser engranaje de una máquina despersonalizada; la sociedad.
Por eso, hay ciertos principios fundamentales que son como los cimientos sobre los cuales se tiene que establecer el orden social, pues de otra manera vienen la ruina y el caos de todo el edificio social. Estos principios los deduce la razón humana estudiando al ser humano, su origen, su destino, sus relaciones con las demás personas y con los bienes de la tierra. Estos son:
a) Primer Principio: Dios es el Supremo Bien: Dios no sólo es necesario para una religión, sino también para el orden social. Sin El, no solamente no hay explicación del orden del universo, sino que no es posible la convivencia humana.
b) Segundo Principio: La Dignidad de la Persona Humana: Sólo una doctrina que ponga como base el respeto de la persona humana podrá salvar a nuestra sociedad en peligro de ruina social y moral. Y es precisamente la persona humana, el hombre y la mujer, la más amenazada en la sociedad actual: se le desprecia, se desvaloriza, se le desconocen sus derechos más esenciales. El valor de una sociedad depende primero y ante todo del valor personal de sus miembros; una sociedad no puede vanagloriarse de haber llegado a un alto grado de nivel moral, cuando la dignidad humana está envilecida en los individuos. Creado por Dios, compuesto de alma y cuerpo, capaz de ejercer verdadero señorío sobre sí y sobre las demás criaturas, tiene todavía una dignidad superior: de la de ser hijo adoptivo de Dios, miembro del Cuerpo Místico de Cristo, partícipe de la vida divina y llamado a poseer a Dios plenamente. Por tanto, las consecuencias sociales de esta dignidad son:
i) La superioridad del hombre y la mujer sobre todo lo que no es el hombre y la mujer. Ningún objeto creado, por maravilloso que sea, puede ser comparado con el ser humano.
ii) La sociedad debe estar al servicio de la persona humana, para respetar su dignidad, permitirle alcanzar su fin y adquirir un pleno desarrollo. No se puede, por tanto, esclavizar al hombre y a la mujer para engrandecer al Estado (totalitarismo) ni para conseguir un poderío económico (capitalismo), ni para establecer la dictadura del proletariado (comunismo).
iii) “A nadie le está permitido violar impunemente esta dignidad del hombre que el propio Dios trata con tanto respeto” (RN, 26).
c) Tercer Principio: La igualdad fundamental de todos los hombres y mujeres: Todos los hombres y mujeres tienen un solo e idéntico origen en el orden de la naturaleza, que los hace fundamentalmente iguales en su dignidad. Entonces, para entender las desigualdades que se ven en la sociedad, debemos considerar que:
i) Existen las desigualdades que se derivan no del libre capricho, sino de la naturaleza misma de las cosas, no son en absoluto un obstáculo para la existencia y predominio de un auténtico espíritu de comunidad y fraternidad. “La naturaleza misma ha puesto grandes y muchas desigualdades: no son iguales los talentos de todas las personas, ni el ingenio, ni la inteligencia, ni la salud, ni las fuerzas; y a la necesaria desigualdad de estas cosas se sigue espontáneamente la desigualdad de fortuna. La cual es claramente conveniente y útil, así de los particulares como de la comunidad, porque la vida común necesita para su gobierno de facultades diversas y oficios diversos” (RN, 28).
ii) Existen las desigualdades por la diversidad de funciones que según cada persona pueda ejercitar en la sociedad, por capacidades, estudios, etc.; o bien por las exigencias de la misma sociedad. No todas las personas están capacitadas para ejercer una misma función.
iii) Existen otras desigualdades fruto del desorden de la sociedad, la ambición de las personas y la mala repartición de las riquezas. Son las desigualdades odiosas y perjudiciales al bien común, donde unos cuantos hombres y mujeres opulentos y ricos han puesto sobre la multitud de proletarios un yugo que difiere muy poco del de los esclavos de siglos atrás.
d) Cuarto Principio: Los Derechos y Deberes de la persona humana: El hombre y la mujer, no son un simple objeto, del cual se puede disponer como se haría con un instrumento material, con una cosa, con una herramienta cualquiera. Cada uno de los seres humanos es y debe ser, el sujeto de todas las Instituciones en las que se expresa y se actúa la vida social. Como consecuencia, todo plan o programa debe inspirarse en el principio de que el hombre y la mujer, como sujeto, custodio y promotor de los valores humanos, está por encima de las cosas y por encima de las aplicaciones del progreso técnico. Por tanto, todos aquellos que, bajo cualquier título cooperen en la vida de la economía social tienen derecho a hacer oír su voz en la organización de esta economía, a aportar sus gestiones, sus proyectos, sus experiencias, con vistas a mejoras deseables, porque son sujetos libres, inteligentes y activos.
e) Quinto Principio: El bien común es el fin de la sociedad: “El bien común consiste y tiende a concretarse en el conjunto de aquellas condiciones sociales que consienten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de su propia persona” (PT, 78). Toda sociedad, por consiguiente, debe estar organizada de tal manera que los ciudadanos encuentren en ella los bienes necesarios para realizar su destino personal. Las exigencias del bien común son innumerables, pero vamos a señalar las fundamentales:
- Que estén atendidos los derechos primarios de todos los individuos (derecho a la vida, a la integridad personal, al matrimonio, derecho de asociación, vivienda, alimentación, recreación, propiedad, etc.).
- Que la mayoría de personas pueda desarrollar debidamente sus facultades espirituales y corporales, (adquirir un grado de cultura: moral e intelectual, poder practicar los actos que requiere la perfección propia y la convivencia social: el voto, opinar, informar y ser informado, etc.).
- Que las minorías selectas puedan poner en actividad sus dotes excepcionales (que un inventor pueda realizar los estudios y experimentos necesarios para su invento; que los excepcionalmente dotados puedan contar con los medios necesarios para perfeccionar sus facultades y para divulgar sus conocimientos, etc.).
Mientras no se realicen estas tres exigencias no se podrá afirmar que existe el bien común.
f) Sexto Principio: Los bienes materiales son medios y no fin en la vida de las personas: Los bienes materiales no son el fin de la persona y de la vida, sino el medio para obtener el bienestar temporal. Es necesaria la actividad económica porque sin ella el hombre y la mujer, hoy, no puede subsistir; pero no se puede convertir en el supremo valor de la vida, como lo hace el capitalismo. El bienestar colectivo tampoco es la finalidad suprema de la actividad social, como lo pretende el comunismo. Se puede desarrollar un gran esfuerzo técnico para mejorar la producción; pero siempre se debe subordinar la economía a los valores humanos; jamás se puede convertir al hombre o a la mujer en esclavo de la máquina y de la técnica. Esos bienes abundantemente producidos no están destinados a enriquecer a unos pocos, sino para que todos los hombres y mujeres puedan disfrutar de ellos.
B) LA FAMILIA
La familia es la sociedad doméstica anterior a la sociedad civil y de la cual es la célula básica, que surge del matrimonio, regida por la potestad privada paterno-maternal que la defiende, alimenta y asegura.
La familia es instituida por Dios para un fin que le es propio: la procreación y educación de la prole. De aquí surge que la familia tiene estos cuatro cometidos fundamentales:
a) La formación de una comunidad de personas;
b) Servicio a la vida;
c) Participación en el desarrollo de la sociedad;
d) Participación en la vida y misión de la Iglesia.
En este sentido, podemos decir que la función de la familia:
a) No puede reducirse a la acción procreadora y educativa, aunque en ella encuentra su primera e insustituible forma de expresión.
b) Las familias, tanto solas como asociadas, pueden y deben dedicarse a muchas obras de servicio social, especialmente a favor de los pobres y de todas aquellas personas y situaciones a las que no logra llegar la organización de previsión y asistencia de las autoridades.
c) En especial hay que destacar la importancia cada vez mayor que en nuestra sociedad asume la hospitalidad, en todas sus formas, desde el abrir la puerta de la propia casa, y más aún la del propio corazón, a las peticiones de los hermanos, al compromiso concreto de asegurar a cada familia su casa, como ambiente natural que la conserva y la hace crecer.
d) La función social de las familias está llamada a manifestar también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y deberes de la familia. En este sentido las familias deben crecer en conciencia de ser protagonistas de la llamada “política familiar”, y asumirse la responsabilidad de transformar la sociedad: de otro modo las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia.
Por el mismo hecho de estar formadas por personas, las familias tienen los siguientes derechos fundamentales:
a) Derecho de toda persona a elegir libremente su estado de vida, contraer matrimonio y fundar una familia.
b) Derecho a su libertad en la elección del cónyuge, a su libertad religiosa y a vivir en paridad jurídica entre el hombre y la mujer.
c) Derecho a ejercer su potestad en la transmisión de la vida y educar a los hijos sin injerencias de las autoridades públicas.
d) Derecho a la vida desde el momento de la concepción y a obtener, tanto los niños como sus madres, seguridad física, social, política y económica, especialmente los pobres y enfermos.
e) Derecho de los padres a educar a sus hijos sin presiones, ni directas ni indirectas, por parte de las autoridades públicas.
f) Derecho a existir y progresar como familia y a la estabilidad del vínculo e institución matrimonial.
g) Derecho a creer, profesar su propia fe y difundirla.
h) Derecho de expresión y representación ante autoridades públicas, económicas, sociales, culturales y asociarse para cumplir su misión.
i) Derecho a una tutela jurídica, económica, social, laboral y fiscal que asegure a la familia y a sus componentes un adecuado nivel de dignidad de vida.
j) Derecho a un orden social y económico justo que permita a los miembros de la familia vivir juntos y gozar de un tiempo libre que favorezca los valores de la familia, en la que el trabajo de la madre sea reconocido y respetado y no se vea obligada a trabajar fuera de la casa.
k) Derecho a una vivienda adecuada para una vida familiar digna.
l) Derecho a emigrar como familia y a ser respetada sin discriminación alguna; a su vez, los refugiados tendrán derecho a ser respetados en sus reivindicaciones justas.
C) EL ESTADO
El Estado es la sociedad civil, organizada de una manera estable en su constitución y sus leyes, bajo la autoridad de un gobierno provisto de poderes claramente definidos en orden al bien común. Así entendido comprende a todos los ciudadanos, gobernantes y gobernados.
Con base en lo anterior, la sociedad civil necesita un elemento que realiza la unión entre los miembros de la sociedad, que los hace pensar y querer el mismo fin: la autoridad o Estado-Poder. Y este es el segundo sentido más restringido de la palabra Estado.
En resumen, podemos decir que Estado es el principio de unidad y de orden que, en la sociedad civil, puede convergir los esfuerzos individuales hacia el bien común y que su finalidad es el bien temporal que consiste:
a) En la paz y la seguridad para que los ciudadanos, y las familias puedan gozar del ejercicio de sus derechos.
b) Lograr el mayor bienestar posible, gracias a la unión y a la colaboración de todos los ciudadanos, para ello el Estado debe proteger los derechos de todos los ciudadanos y de sus agrupaciones. Debe por tanto, mantener el orden y la seguridad, asegurando imparcial y eficazmente a cada uno el libre ejercicio de su actividad, sin temor a la violencia o al engaño; prevenir los delitos y reprimirlos; hacer que impere la justicia en todos los actos humanos, etc. Esta protección es necesaria con respecto a los débiles. Hay que recordar que el Estado no es un fin en sí mismo, sino que está al servicio de la sociedad civil, de la comunidad, persiguiendo el mismo fin común.
c) El Estado debe favorecer positivamente el desarrollo de la vida social, a fin de que los ciudadanos puedan encontrar en la sociedad un medio cada vez más apto para realizar su perfeccionamiento material, intelectual y moral.
El Estado debe orientar, estimular, coordinar, suplir o integrar; significa, en una palabra, ayuda sin absorción destructora. Es la presencia del poder público como acto positivo. Esta ayuda del Estado es irreemplazable y la debe cumplir en virtud de estricto derecho de proveer el bien común. A esto se le llama el principio de subsidiaridad aplicado al Estado.
De acuerdo con este principio, el estado debe una especial protección a:
a) La familia: por ser la primera y más indispensable célula de la sociedad, de la cual el ser humano necesita para vivir dignamente; debe recibir del Estado estímulos y medios necesarios para su prosperidad y seguridad.
b) La clase trabajadora: muchas razones justifican el especial interés que debe tener el Estado por esta clase, en cuanto que:
· Los trabajadores son la mayoría de la nación;
· son los más débiles y los más amenazados, están menos provistos de
educación y recursos;
· la clase obrera proporciona a la sociedad los bienes materiales que le son necesarios.
c) La agricultura: es de vital importancia en la obra de la restauración de una nación el fortalecimiento de la agricultura. La política agraria de una nación debe contener:
· Que haga atractivo el campo para el campesino;
· que le permita encontrar los recursos suficientes para desarrollar la familia campesina;
· que desarrolle la instrucción fundamental y profesional del agricultor;
· que incremente la edificación de viviendas;
· que fomente la asociación profesional y la cooperación, únicas instituciones que pueden acabar con los intermediarios que son los mayores explotadores del campesino;
· que fomente el crédito agrícola;
· que haga eficientes servicios públicos;
· que perfeccione y adapte la producción al consumo;
· que realice una justa reforma agraria.
c.1) Principales Ideologías que orientan los Estados
1) El Capitalismo
Se llama capitalismo a un régimen económico en que los bienes de producción, los recursos de la naturaleza y el dinero pertenecen a individuos o a colectividades privadas. De aquí que el capital es todo producto puesto en reserva y destinado a servir, directa o indirectamente de materia o de instrumento para una producción ulterior. Por ejemplo: las máquinas, las materias primas, una mina, el dinero invertido en acciones, etc.
Los aspectos esenciales de la estructura del capitalismo son:
Sus aspectos accidentales son:
Por todo esto, la DSI ha emitido el siguiente juicio sobre el capitalismo:
a) No todo lo producido por el capitalismo es malo. A este régimen se le deben grandes inventos y su posible realización, el aumento de la productividad con base en las máquinas, la industrialización de las ciudades y los campos, muchas e innumerables creaciones que han llevado bienestar al ser humano.
b) Si se considera al capitalismo en sus principios esenciales, en abstracto, prescindiendo de sus abusos históricos, no se puede considerar malo.
c) Considerado en concreto, tal como históricamente se presenta, el capitalismo está plagado de grandes injusticias, y lo que se reprueba es:
· El poder ilimitado de la propiedad sin subordinación al bien común.
· La negación o el desconocimiento de la dignidad humana del trabajador, convertido en proletario y esclavo al servicio de la máquina y el dinero, condenado a una dependencia, a una servidumbre económica inconciliable con sus derechos de persona.
· La subordinación de lo moral a lo económico: “los negocios son los negocios”, ganar dinero lo más posible, no importan los medios.
· La legitimación de los monopolios que entronizan el poder del dinero y de los más fuertes.
· La responsabilidad frecuentemente diluida en las sociedades anónimas, donde la autoridad es distinta del propietario de los capitales y donde se cometen las injusticias y fraudes más condenables.
2) El Comunismo
Actualmente se reserva el nombre de comunismo a aquella ala de las dos corrientes colectivistas que es más radical y que pretende ser la heredera fiel del pensamiento de Carlos Marx.
Tres elementos fundamentales conforman la doctrina comunista:
Los principios básicos del comunismo son los siguientes:
a) El materialismo absoluto: Para el comunismo, el materialismo es la expresión definitiva y superior de la verdad, la explicación del hombre y la mujer en su realidad frente a los grandes problemas de la vida Es decir:
· Sólo la materia existe. Ni alma ni Dios existen.
· La materia está dotada de fuerzas internas siempre en movimiento.
· En el curso de esta progresiva evolución, la materia gradualmente se vuelve vida en las plantas, sensibilidad en los animales y conciencia en el ser humano.
· Las relaciones entre los hombres y mujeres son de orden puramente material; su base está constituida por la producción por el intercambio de productos materiales. La sociedad por consiguiente, evoluciona de acuerdo con las leyes de la materia.
b) El comunismo y la persona humana: El ser humano es enteramente determinado por sus instintos; es sólo animal. La igualdad en el comunismo se hará ante todo, por la supresión de la propiedad privada y después por el establecimiento del colectivismo absoluto. La colectividad se convertirá en la única fuente del poder y en sus relaciones, los hombres y mujeres conocerán una igualdad absoluta. El individuo depende totalmente de la colectividad que le da su pan cotidiano, material e intelectual a cambio, él no debe vivir más que para la colectividad.
c) El comunismo y la religión: La religión no es otra cosa que la manifestación de la división en el mundo en clases; de la explotación del ser humano por el ser humano. Es fruto de su ignorancia y miedo. En su ignorancia de las fuerzas de la naturaleza el ser humano atribuye a la intervención de seres y poderes ocultos lo que se explica por las fuerzas naturales.
d) El comunismo y el Estado: El estado se convierte en un dios Moloch, con sus largos brazos extendidos y su gran boca abierta, en la cual se sacrifican víctimas humanas: los derechos y libertades de los ciudadanos y de los trabajadores. El comunismo espera que el Estado desaparezca, cuando las clases hayan desaparecido y no quede nada del antiguo régimen capitalista.
e) La sociedad comunista: Siendo la producción la base fundamental de la vida social, la sociedad no es otra cosa que la organización de los intercambios de la producción y con miras a la misma producción, y cuyo fin será el goce de los bienes terrenos.
f) El comunismo y la lucha de clases: La lucha de clases siempre ha existido como algo intrínsecamente necesario en la historia del mundo. Sin lucha no hay progreso. Esta lucha continuará mientras existan dos clases antagónicas: pero llegará el tiempo en que triunfará la clase de los explotados sobre los explotadores, desapareciendo todo vestigio de clases.
Ante todo esto, la Iglesia no acepta el comunismo por cuanto que:
3) El socialismo marxista: El socialismo se desarrolla en el siglo XIX bajo formas diversas: socialismo utópico, humanístico, filosófico, revolucionario, agrario, político, etc. Sólo una forma de socialismo tuvo gran éxito: el socialismo científico de Carlos Marx.
El socialismo es un movimiento que pretende instaurar una forma de sociedad en la que los hombres y mujeres no estén divididos en clases opuestas según la riqueza, sino que todos gocen de unas condiciones de vida aproximadamente iguales, usando en común los bienes de producción que el Estado posee, administra y distribuye. El socialismo parte de la confrontación de un hecho real, la miseria de la clase trabajadora y la injusticia con que se trata a la mayor parte de la sociedad por los poseedores del capital y quiere poner remedio a estas miserias e injusticias, sustituyendo la actual sociedad por una sociedad sin clases, donde impere la más completa igualdad.
Los elementos comunes a los diversos socialismos son los siguientes:
1) La igualdad fundamental de todas las personas.
2) La lucha de clases.
3) La abolición de la propiedad privada.
4) Nacionalización de las empresas.
5) Planificación económica
6) Materialismo en relación a la religión y la moral.
Los elementos que la Iglesia reprueba en el socialismo se pueden resumir en estos fundamentales:
1) La necesidad de lucha de clases.
2) La supresión de la propiedad privada y establecimiento de la propiedad colectiva.
3) Su concepción de la sociedad por cuanto que es materialista y laicista, ignora el fin último de la persona, rechaza la religión y la concibe como exclusivamente temporal.
4) El excesivo Estatismo, es decir, la acción invasora del Estado en detrimento de la persona, de las familias y de las comunidades naturales.
Los elementos que la Iglesia considera como elementos positivos del socialismo son:
1) La aspiración de una mejor justicia social, a una más equitativa repartición de las riquezas.
2) La intervención del Estado en la economía, con tal que permanezca en los límites justos.
3) La nacionalización de ciertos servicios, con tal que se realice el bien común.
En conclusión: un católico no puede hacer suya la doctrina socialista, ni adherirse a un partido socialista, si éste defiende las tesis clásicas del socialismo tradicional. “Nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero”, ha dicho Pío XI, en la Quadragesimo Anno.
4) El liberalismo económico: Es el sistema que admite como única fuente de riqueza el trabajo; como único móvil de la actividad humana, el interés; como única base y garantía de progreso económico la libertad, libertad absoluta en el trabajo, en el contrato, en el cambio, en la competencia, en todas las funciones económicas.
El liberalismo económico se origina de la Revolución Francesa, que consagró como principio fundamental en la “Declaración de los Derechos del Hombre” (1789) que “los hombres nacen libres e iguales conforme al derecho”; la exageración, hasta el extremo, de este derecho dio origen a esta escuela. También se apoya en la Revolución Industrial y como padre de este sistema se ha reconocido a Adam Smith (1723-1790), su obra fundamental es “Investigación de la naturaleza y causa de la riqueza de las Naciones”.
Los elementos principales del sistema liberal económico son las siguientes:
a) El orden natural y la libertad: Las leyes económicas son tan rígidas como las leyes naturales, por eso es necesario dejar la más amplia libertad a la empresa y al comercio. La cuestión social se resolverá por sí misma, por el sólo efecto de la libertad absoluta. La persona buscando su interés, procura el interés general. Todo lo que lleva el sello de lo individual tiene preferencia sobre lo que sea colectivo. La sociedad no tiene más que seguir el orden natural de las cosas; la libertad corregirá los males de la libertad y por sí misma producirá armonía de todos los intereses.
b) La ley de la oferta y la demanda y libertad absoluta de concurrencia: El equilibrio establecido entre la oferta y la demanda realiza la justicia, tanto como se puede esperar en esta sociedad. Los precios y salarios deben ser fijados por la ley de la oferta y la demanda ya que el trabajo es una mercancía como cualquiera otra. De aquí la libertad absoluta del patrono para discutir con el obrero su salario sin ninguna intervención extraña. Estos contratos se juzgan justos desde el momento que ambas partes consienten. La libre concurrencia se convierte en la regla suprema entre consumidores y productores, entre patronos y obreros. El procedimiento que se empleaba y que aún se usa es muy fácil: consiste en hacer sacrificios momentáneos, en vender algún tiempo perdiendo, hasta que todos los competidores quedaban arruinados; una vez acabada la competencia se subía el precio y se realizaban inmensas ganancias sin haber hecho progresar de ningún modo la producción.
c) Intervención del Estado: Nada de intervención del Estado en la organización del trabajo, ni en ningún otro de los órdenes de la producción y circulación de las riquezas. Sólo debe ejercer sus funciones políticas y suprimir toda organización profesional que lesione la libertad de los poseedores del capital. Los métodos y los contratos son completamente libres ante la intervención del Estado, pudiendo cada cual producir lo que quiera y en las condiciones que quiera, sin límites algunos.
De ninguna manera puede considerarse válido este sistema, por cuanto está basado en principios falsos:
1) Los actos humanos no son regulados por leyes naturales, sino por leyes morales.
2) La libre concurrencia no puede cimentar la unidad social. Es necesario reglamentar la concurrencia, no suprimirla, para que no degenere en monopolios y explotación.
3) El trabajo no es una mercancía, simple fuerza mecánica; el trabajo es una actividad humana que debe ser regulada por leyes morales y jurídicas.
4) El Estado no es sólo gendarme con actividad de policía, es el guardián y el promotor del bien común y, tiene, por tanto, la obligación de intervenir en la implantación de la justicia y la equidad entre los hombres y mujeres.
Como conclusión final de este apartado, ningún genero de gobierno es reprobado por la Iglesia, con tal que sea apto para la utilidad de los ciudadanos; pero quiere, como también lo ordena la naturaleza, que cada uno de ellos esté constituido sin injuria de nadie, dejando íntegros los derechos de todos los ciudadanos.
La historia y la experiencia demuestran que en los regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida la de los bienes de producción –totalitarismo- se está violando o suprimiendo el ejercicio de la libertad humana en las cosas más fundamentales, lo cual es negativo y reprobable.
c.2) La política
La política es el arte de gobernar, dar leyes y reglamentos para mantener la tranquilidad y seguridad públicas, conservar el orden y las buenas costumbres y propiciar el desarrollo de un país y la promoción de sus ciudadanos. Además de este carácter general, comprende aspectos más particulares y limitados lo que da origen a diversas acepciones del término como: política social, económica, agraria, democrática, etc.
En este contexto, el cristiano debe intervenir en el ejercicio de su derecho para intervenir en el gobierno de su pueblo. Sólo por causas graves y justas el cristiano debe abstenerse de su intervención en la política.
En el caso de la llamada “Democracia Cristiana”, más que una organización de tipo político es la acción de beneficencia, que un grupo de católicos hacen a favor de la sociedad, especialmente de los más necesitados. Ella depende de la autoridad eclesiástica. Estructuralmente hablando, la Democracia Cristiana no es, ni debe ser un partido político, sino la acción benéfica cristiana a favor del pueblo.
La Iglesia no se arroga los derechos del Estado ni irrumpe en el campo político sino que sabe y enseña que su divino fundador mandó a dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt. 22,21) y que estableció, de este modo, la diferencia invariada y eterna de estos dos poderes, ambos en perfecta soberanía en su orden respectivo, distinción fecunda que ha influido poderosamente en el desarrollo de la vida cristiana. Y siendo la Iglesia una sociedad constituida, hace necesaria una recíproca relación para facilitar la convivencia, en cuanto que el ser humano es uno: el que tiene la fe y el que hace el ejercicio de sus derechos ciudadanos.
D) EL TRABAJO
El trabajo es el ejercicio de la propia actividad orientado a la adquisición de aquellas cosas que son necesarias para varios usos en la vida pero principalmente para la propia conservación. Esta actividad no tiene que ser necesariamente de carácter manual, sino que también el ejercicio de una profesión o el desarrollo de una actividad intelectual es trabajo en el pleno sentido de la palabra.
Dos son sus características:
Por tanto, la finalidad del trabajo es proveer a las necesidades de la vida y de modo especial a la propia conservación.
Lo que hace digno y grande el trabajo humano es su inseparabilidad de la persona humana que lo realiza, de un pensamiento y de un fin humanos, de un alma y un cuerpo vivos, deseosos de vivir mejor. Este principio de la inseparabilidad del trabajo de la persona, condena la tesis liberal capitalista que considera al trabajo como simple mercancía, sujeta a las leyes del mercado; comprar este trabajo sería comprar toda la persona; condena también la tesis socialista, la cual pone la dignidad del hombre y la mujer en la obra realizada, en la producción de objetos útiles, no en la misma persona, espiritual y libre, hecha a imagen y semejanza de Dios.
De la dignidad del trabajo humano se sigue:
a) Su retribución no debe ser a la fuerza material sino a la persona humana con todas sus exigencias.
b) El factor humano está por encima de otros valores: económico, producción, capital, etc.
c) En la organización del trabajo se debe respetar, ante todo, la dignidad de la persona que lo realiza. Por lo tanto se debe tener en cuenta:
· El respeto al cuerpo y alma del trabajador.
· Respeto a sus derechos.
· No tratarle solamente como “simple” y “silencioso” ejecutor, sino como colaborador.
· Tenerle en cuenta la edad y el sexo.
· La exigencia del cuidado de la moralidad en los ambientes de trabajo.
· Dar el descanso necesario.
· Cuidar por la higiene, la salubridad, la prevención contra accidentes, etc.
· Cuidado con los valores superiores de la persona que tienen relación con el trabajo, el cual debe perfeccionar al hombre y la mujer en todo su ser.
Por eso se dice que el trabajo es un derecho y un deber. El derecho al trabajo está íntimamente ligado con el derecho a la vida, de aquí se sigue que:
· Todos tienen derecho a trabajar. Una estructura social y económica en la cual el trabajo convenientemente remunerado esté reservado a unos pocos , es injusta.
· El Estado, cuyo fin es el bien común, no sólo debe respetar y proteger el trabajo, sino crear un clima económico y político que permita a todos ejercer este derecho.
Es un deber por cuanto sustentar la vida es algo común a todos, y faltar a él es un mal. De aquí nace el derecho y el deber de procurarse aquellas cosas que son necesarias para sustentar la vida, y estas cosas no las hallan los pobres sino ganando un jornal con su trabajo.
Para el Cristianismo, el trabajo humano es una verdadera continuación, una colaboración consciente del hombre y la mujer a la obra creadora. El hombre y la mujer contribuyen con el trabajo, a la producción de bienes y servicios económicos, mediante el ejercicio de las facultades intelectuales y físicas de que Dios lo dotó, realiza una auténtica vocación, se perfecciona a sí mismo, beneficia a la sociedad y, con la ayuda de la gracia, se santifica. Aceptando con espíritu de servicio la inevitable fatiga que el trabajo conlleva, el hombre y la mujer pueden unirse a la acción redentora de Cristo.
Para el liberalismo económico y el capitalismo, el trabajo es una simple mercancía, sometido a las leyes del mercado y cuya actividad se compra como cualquier otro artículo. En estos sistemas, el trabajo no es más que una fuente de energía, subordinada al interés de ganar dinero. Por esto busca el utilizar al máximo y retribuir al mínimo, sin tener en cuenta la edad, el sexo, las cargas familiares del trabajador.
Por otro lado, el socialismo exaltó el trabajo, no precisamente por su valor humano y sus fines morales y sociales sino por ser medio de producir bienes para la colectividad. El comunismo que no reconoce a la persona sus valores espirituales, sólo estima en él su capacidad de producción para el engrandecimiento colectivo. El valor de la persona y su trabajo, está en ser instrumento de producción.
Independientemente del modelo económico, el obrero o trabajador debe cumplir fielmente lo pactado en libertad y justicia; no causar daño al capital, ni al dueño; defender sus derechos sin violencia y no unirse a exigencias extremistas. Esto se conoce como el deber en justicia. Este mismo deber tienen los patronos de tratar a los obreros conforme a dignidad de personas, ennoblecidas por el carácter cristiano y no hacerlos esclavos del trabajo; respetar y cumplir con los derechos de los trabajadores. Las relaciones entre patronos y obreros deben ser de colaboración para hacer posible la producción, regulada exactamente por la justicia conmutativa para la existencia del capital y del trabajo.
De hecho, la unión organizada de los factores de producción: capital y trabajo para producir bienes y servicios es lo que se conoce como empresa. Tres son los elementos esenciales para la constitución de una empresa:
a) Los hombres y mujeres que llevan la dirección, la organización y el trabajo.
b) La organización, es decir, la disposición misma de los elementos que componen la empresa.
c) Los bienes económicos, como son los edificios, máquinas, materia prima, capital, etc.
Las empresas pueden ser:
a) Individual o familiar: el capital es aportado por una persona o familia.
b) Sociedad limitada: capital aportado por un número restringido de personas.
c) Sociedad anónima: capital dividido en gran número de personas.
d) Empresa pública: propiedad del Estado el cual la administra. Puede ser semi-oficial si su capital pertenece al Estado y parte a particulares y la dirección es ejercida por ambas partes.
Siempre que una persona es contratada por una empresa, se concerta la firma de un contrato de trabajo, el cual ha de ser pactado sobre la base del doble carácter del trabajo: personal y necesario.
El carácter personal del trabajo demanda en el contrato que sea hecho en libre consentimiento de las partes: patrón y trabajador. El carácter de necesario demanda que el contrato sea, en cuanto al salario, en cuantía suficiente de remuneración para mantener la vida individual y familiar honestamente.
Dentro de las ventajas de este método de remuneración encontramos los siguientes:
a) Es uno de los medios para que el trabajador gane su vida, poniendo en acción lo que pertenece a otro; capital y trabajo se complementan mutuamente.
b) El obrero obtendrá su salario con seguridad y a plazo fijo, sean cuales fueren las condiciones de la empresa, por lo menos mientras dure el contrato y así se libra de la responsabilidad del riesgo.
c) Da al trabajador gran facilidad de cambiar de lugar de trabajo y aún de ocupación.
d) Para la empresa el sistema de salario simplifica la administración y facilita el ejercicio de la autoridad.
Las desventajas del mismo son:
a) Los trabajadores se convierten en simples silenciosos ejecutores y hay poca posibilidad para que ellos hagan valer su experiencia; enteramente pasivos respecto a las decisiones que rigen su actividad y el resultado es que el trabajador poco se interesa por aquello que no es propio.
b) El contrato de salario es muy estrecho para que responda, según su estructura, a las aspiraciones de los trabajadores y a las exigencias de la justicia social.
Por eso, una remuneración justa siempre debe depender de cuatro elementos fundamentales:
a) La remuneración debe corresponder al valor humano del trabajo. Este valor se establece en función de las necesidades del trabajador y su familia.
b) La remuneración debe tener en cuenta la efectiva aportación en la producción por parte del trabajador, lo cual depende de su capacidad y destreza, de la mayor dificultad del trabajo y de su mayor productividad económica.
c) Se deben tener en cuenta las condiciones de la empresa.
d) Se deben tener en cuenta las necesidades de la economía en general y evitar que se perjudique el bien común con salarios muy altos o muy bajos. Lo primero puede producir inflación, impedir la capitalización necesaria para el desarrollo económico y conducir al desempleo por falta de nuevas fuentes de trabajo. Lo segundo es claro que trae graves prejuicios no sólo al obrero y a su familia, sino también a toda la economía por la incapacidad de adquisición en el sector más numeroso de la población.
En resumen, los derechos de todo trabajador deben estar en consonancia y en orden a que se efectúen los derechos generales del hombre y la mujer. Además de esos derechos en el contexto amplio de los derechos humanos se debe conocer que son derechos de los trabajadores también:
E) LA ECONOMIA
Fundamentalmente, la economía es el arte de administrar y ordenar los ingresos y los gastos de una manera más provechosa. Según la Rerun Novarum, también se puede entender el poder racional de la persona de escoger lo que juzgue más conveniente para su propio bien presente y futuro (RN, 6).
Los últimos pontífices ante la crisis, cada día más aguda, de las estructuras actuales, han hablado sobre la necesidad de encontrar soluciones más humanas frente a este problema. Y su voz ha sido unánime: hay que buscar unas estructuras económicas y sociales que respondan mejor a la dignidad de los hombres y mujeres y sean más idóneas para desarrollar en ellos el sentido de responsabilidad. Los puntos esenciales sobre esta materia son:
a) No hay verdadera reforma, si ésta no procede de la reforma previa de las mentalidades, de las ideas y de las costumbres. Un cambio personal profundo es de fundamental importancia.
b) Una estructura económica que ponga ésta al servicio de la persona y no viceversa; que respete la primacía del hombre y la mujer sobre las cosas materiales sobre la riqueza, sobre la producción. Una estructura que perfeccione a la persona, más aún, que le perfeccione trabajando.
c) Una economía que se regule sobre las necesidades primordiales de la persona. No una economía de falsas necesidades, artificialmente creadas por la propaganda. No una economía de lucro, en provecho de unos pocos privilegiados. No una economía del lujo, se denuncia el acrecentamiento intolerable de los gastos para el lujo, de los gastos superfluos e irracionales, que contrastan duramente con la miseria de muchos. No una economía al servicio de un Estado totalitario que ahoga a la persona humana en la esclavitud.
d) Una economía dirigida a la elevación de la persona, a la promoción de la clase obrera, que asegure el pleno desarrollo de sus facultades, de sus valores personales, de su vida corporal, intelectual y moral. Aquí está el fin sagrado, obligatorio, de toda economía social.
e) Una economía más conforme y proporcionada a las necesidades y posibilidades del hombre y la mujer. Muchas empresas modernas son enormes, gigantescas, con las consecuencias peligrosas de una disciplina dura, militarizada, donde el trabajador se pierde en el mayor anonimato, terminando en una resignación envilecedora o en el espíritu de revuelta.
f) Una economía, ante todo y por sobre todo, subordinada a la ley moral. “Los actos libres y conscientes del hombre no pueden escapar a la ley moral” (Pío XII).
g) Una economía, por último, en que el trabajador, en todos los niveles, encuentre representación conforme a su dignidad.
Asimismo, la DSI ha emitido algunas orientaciones para una verdadera reforma de la empresa:
a) La empresa debe ser una comunidad de personas. Los trabajadores deben ser tratados no como extraños que aportan en la producción un elemento material, sino que deben ser considerados como miembros de una familia, como colaboradores y asociados de la empresa, obra común, de la que forman parte integral.
b) Debe estar orientada a conseguir una presencia más activa de los trabajadores en la empresa.
c) La empresa debe encuadrarse dentro del ámbito de la economía nacional donde todos reciben una parte de la renta global y colaboran a una obra común y obligatoria para todos.
d) Según esto la reforma de la empresa debe atender a:
· Superar en cuanto sea posible, el régimen del salariado por la participación de los trabajadores en los beneficios y por su representación en la dirección misma para que el trabajo encuentre su debido puesto sobre el capital, como expresión de la dignidad humana.
· A ordenar la empresa al servicio del interés general, sobre todo en el dominio de los servicios públicos y de las “industrias claves”.
· Tener en cuenta estas precauciones necesarias:
1) La reforma de la empresa debe salvaguardar la autoridad necesaria. La autoridad en la empresa asegura el buen funcionamiento y el orden, sin ella sólo quedaría anarquía y fracaso seguro. Sin embargo, es conveniente que esta autoridad, que corresponde a una función social, no sea únicamente privilegio de algunos por la fortuna o la condición social.
2) Debe evolucionar teniendo en cuenta las situaciones concretas. Las reformas han de operarse lentamente y creando un clima propicio, partiendo de la base y sufriendo la prueba de la experiencia para no ser utópicos. Supone, además, entre patronos y obreros un amplio espíritu de comprensión y no de lucha, como también en los obreros competencia técnica;
3) No debe destruir la iniciativa privada, ni destruir el derecho de propiedad; antes, por el contrario, debe estar dirigida a la accesión de la propiedad para todos y ser fuente de paz y de orden social.
Hay otros aspectos que caben señalar en el contexto de la economía:
E) LA PROPIEDAD
Se entiende por propiedad, el derecho estable del hombre y la mujer sobre sus bienes. La cuestión del derecho de propiedad ha sido muy debatida. Los comunistas la hacen responsable de todos los abusos y claman por su abolición por lo menos con respecto a los bienes de producción. El individualismo ha abusado de este derecho y lo sostiene como algo absoluto y sin limitaciones. La DSI sostiene que el derecho de propiedad es natural, pero que tiene obligaciones y limitaciones inherentes en consecuencia de su función social. Ningún régimen de propiedad puede ser defendido como necesario, ni la Iglesia lo ha defendido nunca.
Para la Iglesia, los bienes naturales tienen un destino universal y eso significa que Dios ha creado y concedido los bienes de la tierra para que sirvan para el mantenimiento de todos los hombres y mujeres, porque todos tienen el derecho y el deber de vivir. Es esta una primaria determinación universal del fin de los bienes terrenos en la mente del creador. La primera consecuencia es que siendo los bienes creados por Dios para todos los seres humanos, se debe distribuir entre todos de acuerdo con los principios de la justicia y equidad; de esto sigue:
1) En el campo nacional:
· La condena de la excesiva desproporción que existe entre las fortunas escandalosas de algunos y las condiciones miserables de vida de gran número de personas.
· La exigencia, por tanto, de una más amplia distribución de la propiedad privada.
· La exigencia de una mejor distribución de las riquezas en los diversos sectores: industrial y urbano, agrícola y rural.
2) En el campo internacional:
· La exigencia de una más estrecha solidaridad entre los pueblos. Existen desproporciones irritantes entre los pueblos desarrollados y los en vías de desarrollo que deben desaparecer.
· Por razón del derecho al espacio vital, un Estado no puede negar, sin causas justas y razonables, el acceso a su territorio a extranjeros privados de recursos y bajo determinadas garantías para ambas partes.
De todo lo anterior se desprende el sentido del derecho de propiedad que no es más que la facultad de usar de una cosa propia, con exclusión de los demás. Esta noción no expresa las limitaciones y obligaciones de la propiedad, aunque a veces se le añade; “en cuanto la ley lo permite”, para expresar que la ley puede imponer limitaciones a ese derecho. La naturaleza de la propiedad privada se deriva de que la misma naturaleza ha dotado al hombre y la mujer de bienes y estos tienen que ser algo estable y perpetuamente duradero de que pueda esperar la continuidad del socorro; por tanto la Iglesia ordena que el derecho de propiedad y dominio, procedente de la naturaleza misma, se mantenga intacto e inviolable en las manos de quien lo posee, porque sabe que el robo y la rapiña han sido condenados en la ley natural por Dios, autor y guardián de todo derecho.
Los principales fundamentos de la propiedad privada son:
a) El trabajo, que aportan los que se ocupan en algún oficio lucrativo y el fin primordial que busca el obrero es procurarse algo para sí y poseer con propio derecho una cosa como suya.
b) La naturaleza misma, que dotó al hombre y a la mujer de algo estable y perpetuamente duradero, de que espera la continuidad del socorro.
c) La capacidad de razón de la persona, pues el ser humano, abarcando con su razón cosas innumerables, enlazando y relacionando las cosas futuras con las presentes y siendo dueño de sus actos, se gobierna a sí mismo con la previsión de su inteligencia, sometido, además, a la ley eterna y bajo el poder de Dios; por lo cual tiene en su mano elegir las cosas que estime más convenientes para su bienestar, no sólo en cuanto al presente sino al futuro.
De igual manera, dos son las características de la propiedad privada:
a) Carácter individual: para que el individuo pueda atender a sus necesidades propias y las de su familia.
b) Carácter social: la propiedad privada tiene que estar al servicio del bien común.
De aquí se derivan las clases de propiedad que son:
a) La propiedad privada: es aquella en la cual el propietario es una persona física o moral o un grupo de personas. Puede ser personal, por ejemplo mi reloj; familiar, por ejemplo una herencia; plural, por ejemplo una sociedad anónima, una cooperativa.
b) La propiedad pública: es aquella que pertenece a la sociedad civil, al Estado. Puede ser Municipal, Nacional o Semipública, por ejemplo los seguros sociales.
En todo caso, la propiedad privada es un derecho natural, es decir, que los hombres y las mujeres lo han recibido de la naturaleza y, por consiguiente, de Dios, en tanto que la naturaleza humana ha sido creada por Dios, que es obra suya. Se trata, pues, de una exigencia del ser humano, el cual, por cuanto es racional y libre puede y debe organizar juiciosamente el uso de los bienes para su vida, sus necesidades y las de su familia, no sólo en el presente, sino en el porvenir, lo cual implica el derecho de poseerlos.
De aquí que la propiedad privada es necesaria porque:
a) Es una exigencia de la vida individual: ella favorece las facultades de iniciativa y de previsión, el sentido de la responsabilidad. Es un estimulante del trabajo, del ahorro. El derecho de propiedad privada es garantía de libertad, para que una persona pueda progresar humanamente, es necesario un cierto grado de libertad y seguridad.
b) Es una exigencia de la vida familiar: necesaria para asegurar su estabilidad, su cohesión, su unidad, su independencia.
c) Es una exigencia de la vida social: la experiencia atestigua que el ser humano presta más atención, cuidados y esfuerzos en valorizar sus bienes propios que el bien que no le pertenece, la propiedad privada procura una mejor gestión de los bienes externos y de ahí la sociedad sale beneficiada.
Por otro lado, el derecho a la propiedad no es absoluto, sino que está subordinado a otros derechos superiores en el hombre y la mujer: al derecho a la vida y al derecho al trabajo. Estos derechos moderan y limitan por sí mismos el derecho a la propiedad.
a) En primer lugar al derecho a la vida, que es un derecho primario y el más sagrado de los derechos humanos. Tenemos el derecho a vivir, y éste implica el derecho a comer, beber, vestirse, tener una casa, y todo cuanto es necesario para el sostenimiento de la vida, en una medida suficiente y apropiada a las condiciones de cada cual. Quien cae en extrema necesidad, puede apropiarse de los bienes de otro en la cuantía que le sea suficiente para mantener su vida. Esta apropiación no es robo, no es ilícita, para mantener su vida. Esta apropiación no es robo, no es ilícita, porque el derecho a la propiedad cede frente al derecho a la vida.
b) La propiedad privada está subordinada también al derecho al trabajo: el sentido común enseña que quien tiene derecho a un fin, tiene derecho a los medios necesarios para alcanzarlo. Así, la persona que tiene derecho a la vida tiene el derecho al trabajo, medio indispensable para la vida. Por tanto el derecho de propiedad debe ceder también frente al derecho al trabajo; quienes esconden los capitales, los mantienen inactivos y no los emplean en dar trabajo y pan a quienes lo necesitan, cometen un delito social.
Por eso, la función social de la propiedad se deriva del destino primario de los bienes terrenos que deben estar dirigidos a satisfacer las necesidades de todos los hombres y mujeres. La propiedad privada no es una función social al servicio del Estado, de la cual él pueda disponer a su arbitrio, puesto que es un derecho natural de la persona; tiene una función social en cuanto está subordinada al bien común. Las consecuencias de la función social de la propiedad son:
a) El uso de las riquezas tiene una destinación comunitaria; por tanto no se pueden mantener inactivas y hay que producir con ella bienes para la sociedad y dar la oportunidad de trabajo.
b) Tomando lo que es necesario para la vida familiar lo demás debe ponerse al servicio de los demás, a través de diversos medios.
c) Es un desorden que vulnera la función social de la propiedad la creación de falsas necesidades mediante la publicidad para hacer rentable la inversión del capital.
d) Es un desorden la inversión en países extranjeros, sin ninguna inquietud por el desarrollo armónico del propio país al cual desequilibra.
Para evitar esto, la relación entre Estado y Propiedad se rige por:
a) El derecho de propiedad proviene de la naturaleza del ser humano, inteligente y libre, responsable de su manutención y su propio perfeccionamiento; no es, por tanto, una concesión gratuita de la sociedad o el Estado.
b) El estado, como supremo moderador del interés público y del bien común, tiene el derecho y el deber de regular el uso de la propiedad y aún de fijar límites si ello es necesario para el bien común.
c) El criterio para efectuar esas limitaciones es el bien común, ya que este debe prevalecer sobre el bien privado.
d) El Estado no puede suprimir el derecho de propiedad porque el individuo es anterior a la sociedad en el orden del ser (las personas forman la sociedad y no viceversa), y en el orden de los fines (la sociedad es para las personas y no viceversa), y porque la propiedad es necesaria a la iniciativa personal, al derecho de emprender algo y de cambio.
e) Es deber del Estado tratar de asegurar a cada uno de los individuos un mínimo vital de propiedad.
f) El estado tiene en determinadas ocasiones derecho de nacionalizar ciertos bienes cuando su dimensión puede poner en peligro el orden legítimamente constituido.
La ignorancia y la mala fe han sido causas del ataque frecuentemente hecho a la Iglesia cuando defiende la propiedad privada. Al ser su doctrina mal comprendida se le ha hecho decir cosas que nunca dijo y defender un estado de cosas y unas estructuras que nunca ha defendido. La Iglesia no está ligada a ningún régimen de propiedad. Cualquiera que este fuere, siempre defenderá los derechos de la persona humana. Por eso la Iglesia condena la tesis individualista, según la cual el derecho de propiedad es exclusivo y prácticamente absoluto; también condena la tesis socialista, según la cual el derecho de propiedad privada no existe o no es más que una concesión de la colectividad.
F) LA AUTORIDAD
La autoridad es el estamento (siempre conformado por personas) mediante el cual se agrupan las voluntades de cada uno (con sus implicaciones) y las ordena al bien común. Dios, autor de la naturaleza ha creado al hombre y a la mujer para que viva en sociedad y ella no puede existir si alguno une las voluntades de cada persona y las ordena al bien común. El poder o autoridad, considerado en su naturaleza, está constituido y se hace necesario, para proveer al bien común.
La autoridad, en principio general, procede de Dios, supremo ordenador de todas las cosas. Ninguna persona tiene en sí o de por sí el poder de sujetar la voluntad libre de los demás; sólo Dios ejerce imperio por su Naturaleza Divina, por ello toda potestad viene de Dios. Por eso la autoridad no es ilimitada, sino que tiene factores que la limitan para su propio bien:
a) La autoridad no puede dificultar el desarrollo del bien común.
b) La autoridad no puede decidir sobre el principio o finalidad de la vida.
c) La autoridad no puede determinar la forma de los movimientos físicos, espirituales, religiosos o morales.
d) La autoridad no puede atentar contra los derechos fundamentales de la persona.
Todos los que ejercen este servicio, por el mismo origen de su autoridad, y por su finalidad, tiene una grave responsabilidad frente a Dios y frente a la sociedad, de ejercer todo y sólo aquello que le compete, ejerciendo su potestad no con autoritarismo, mirando siempre a la promoción de la persona y protegiendo e impulsando el bien común.
Dentro de un sano ejercicio de la autoridad, es obligación prestar el servicio de la obediencia con sumisión y eficacia a las leyes justas quedando así los ciudadanos libres de la injusticia de los inicuos, gracias a la vigilancia de la ley.
El Estado debe asegurar, mediante prudentes leyes, la propiedad privada en todas sus formas, promover la prosperidad privada y pública, prever en forma general todo lo conducente al bien público y procurar las condiciones de bienestar a la mayoría que vive exclusivamente de su trabajo. El bienestar común, debe ser la única razón de la autoridad.
G) LA LIBERTAD
La libertad es la facultad del hombre y la mujer que haciendo uso de su inteligencia o razón, permite elegir convenientemente lo que es bueno para sí y para los demás. El objeto de elección puede ser: comportamiento, bienes o medios.
La libertad de expresión es el derecho que le asiste al hombre y la mujer de exponer su opinión sobre asuntos que a todos interesa –bien público-, y a su vez el derecho de poder escuchar las opiniones expresadas por otras personas.
La libertad de prensa es el derecho de difundir la verdad (según sea concebida en cada caso, pero sin intención de engañar); la DSI es muy firme al condenar el libertinaje en la información y en difundir errores con el ánimo de desestabilizar el orden constitucional de un país o difamar a las personas o instituciones como la misma Iglesia.
La libertad de conciencia puede tomarse en dos sentidos:
a) Libertad de conciencia en la cual el hombre y la mujer actúan de una manera totalmente individual, valorando sus actos por su propio criterio de conveniencia o no, actuando según las circunstancias, sin reconocer más criterio de acción que su propia voluntad e interés. Esta manera de proceder es condenada por la Iglesia y de ningún modo se puede aceptar.
b) Libertad de conciencia en cuanto que la persona en medio de la sociedad, a pesar de los criterios individualistas o las normas establecidas por un gobierno o régimen, decide actuar de buena fe, buscando el bien propio y el de los demás de acuerdo con la justicia, el recto orden moral, las directrices de la Iglesia o siguiendo las enseñanzas del Evangelio para quienes no pertenecen de hecho a la Iglesia.
H) LA JUSTICIA
La justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, conforme a su derecho. Se lega a poseer la virtud de la justicia cuando, por una práctica constante, o sea por una larga repetición de acciones justas, ha logrado conformar en sí mismo una firme inclinación y una real aspiración a dar a cada uno lo que le corresponde, en todo tiempo y en cualquier aspecto.
Lo que es debido a cada uno, lo determina el derecho de cada persona. Es el derecho del otro, el que me crea deberes de justicia hacia él. Es mi derecho el que crea en los demás el deber de respetármelo.
Sobre la división de la justicia se ha discutido mucho, aquí señalaremos solamente las tres grandes divisiones:
a) Justicia conmutativa: es aquella que regula las relaciones entre dos personas distintas y nos inclina a dar a los demás lo suyo, es decir, lo que le corresponde en estricto derecho. Esta justicia exige la igualdad absoluta de las prestaciones recíprocas entre lo que se da y lo que se recibe. Por tanto, la justicia conmutativa regula las relaciones de persona a persona, sea física o moral. En este sentido, las obligaciones de la justicia conmutativa son:
· Hay que respetar la vida y la integridad física de los demás.
· Hay que respetar el honor y la fama de las personas.
· Hay que cumplir lo pactado en los contratos.
· Peca contra la justicia el que no paga un precio justo por lo que compra o el que vende a precios abusivos.
· Es violación de la justicia el no pagar el salario justo y el no trabajar el tiempo que justamente se ha pactado.
b) Justicia distributiva: Es la que confiere a cada uno de los miembros de la sociedad el derecho a ser tratado por la autoridad tomando en cuenta sus aptitudes y sus necesidades; y obliga a los detentores de la autoridad a distribuir las obligaciones y los beneficios proporcionalmente a las facultades y méritos de cada uno. En la justicia distributiva el derecho está en los súbditos y el deber en la autoridad.
c) Justicia Social: Es el servicio del bien común, constituyendo un deber de justicia para cada ciudadano aportar su colaboración al bien común. La justicia social mira al individuo no aisladamente, como sucede en la justicia conmutativa, sino al individuo como ser social, en cuanto vive en sociedad y tiene derechos y deberes para con los demás. El objeto de la justicia social son los postulados del bien común, principalmente en el orden económico y en particular en una más justa distribución de las riquezas, pero también en lo político-social, con aplicaciones aún en materia de justicia conmutativa y distributiva, bajo la autoridad social a beneficio de los miembros sociales. Por eso, la justicia social tiene exigencias concretas:
· De parte de la autoridad: la autoridad del Estado está obligada a procurar por todos los medios la protección de los derechos de todos los ciudadanos, especialmente de los más débiles, y el bienestar general.
· De parte de las personas hacia la sociedad: exige de todas las personas (individualmente) obediencia a la autoridad legítima, respetarla y ayudarla. Pagar los impuestos, necesarios para la vida ordenada de una nación.
· De parte de las clases sociales, grupos y asociaciones: la justicia social les exige desarrollar en las conciencias el sentido del bien común, principio de unidad, ante todo luchando contra el egoísmo.
Por último, es importante señalar que existe una estrecha relación entre justicia y caridad. La caridad es aquella virtud sobrenatural que nos inclina a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. La caridad cuando realiza sus actos con el fin de beneficiar a una determinada persona será caridad individual; cuando el fin que pretende es hacer el bien a la sociedad, o sea cuando el objeto que se persigue es el bien común, entonces es caridad social.
Para esto hay que identificar algunos elementos. La justicia, en cualquiera de sus partes, tiene por objeto el derecho ajeno. Si no existe un verdadero derecho, nada tiene que hacer allí la justicia. La caridad va más allá; para obrar, no exige que haya derecho alguno sino que le basta el impulso del amor. El caritativo no se contenta en dar a cada uno lo suyo, sino que da más de aquello a que está obligado. No hay verdadera caridad sin justicia. La primera manera de amar al prójimo es reconocer y respetar los derechos de cada persona. Por tanto la caridad es:
a) Base del orden social: la justicia no hace más que impedir que los hombres y mujeres se perjudiquen entre sí, la caridad va más allá.
b) Es el complemento de la justicia: aun perfectamente observada, la justicia no puede hacer desaparecer la miseria, quedando un campo inmenso para la caridad.
c) Es la guardiana de la justicia: no se puede despreciar la caridad y vanagloriarse de ser perfectamente justo.
d) Es la inspiradora de la justicia: como elemento que mira al servicio de las demás personas.
e) Es el fermento de todo perfeccionamiento social: si todos obraran movidos por la caridad el resultado sería un mundo más justo y más humano.
DIOS SALVE A NICARAGUA
Octubre 2010
[1] Se entiende por salario a la remuneración justa que debe el patrón (dueño o administrador del capital) al obrero que ha cumplido la tarea pactada.
[2] La huelga es un recurso de fuerza de los obreros después de agotados todos los medios pacíficos de justa reclamación. No ha de ir, ni en principio ni en espíritu, contra la armonía social o en daño del capital.