Insistiendo  Sobre  la  Verdad  Óntica  del  Ser  Humano.   Somos un Compuesto  Nuclear  Individuo. Reconozcamonos  Personas Humanas.

Juan Herrera  Salazar.
Director Revista de Bioética : Rayo de Luz
Managua - Nicaragua

Hoy exploramos el cosmos, con los sofisticados instrumentos de la Física y las Matemáticas, sondeamos el universo que está allí afuera, y con nuestra reflexión sondeamos el universo que está dentro de nosotros, y nos damos cuenta que tenemos una naturaleza y  una historia.                                                                                                     

Nuestro  itinerario en la Revista  de  Bioética,  se  ha trazado  como objetivo  ayudarnos  a reflexionar   para  que  nos  reconozcamos   personas  humanas.

Al   hablar del  embrión humano,  logramos  demostrar:

1.  Con  la  ciencia  experimental: que   tiene  una  específica  identidad  biológica. La  genética nos proporcionó   pruebas  contundentes de  esta verdad.

2.  Hemos  escogido  para  guiar   nuestra  reflexión   a un filósofo  cristiano, Santo  Tomás  de Aquino, que  resume los  esfuerzos  de la civilización  cristiana,  para  que nos  ayude  a   reconocer    y garantizar   a  cada  hombre  su  identidad  personal.

Para facilitar el diálogo y actualizarlo, hemos  traído a  nuestro  conversatorio  al padre del  humanismo integral  Jacques  Maritain  y  al  Magisterio  de  Juan Pablo II,  que enriquecieron  el   pensamiento personalista con  un vigor  nuevo, un  “ Tomismo  Viviente” , adecuado  para el diálogo ,   con la  sociedad  postmoderna. 

Hemos  planteado: que  el  ser  humano  tiene una  identidad  biológica  y personal , que  constituye  un compuesto  nuclear, “ unicum ” ,  fundamento  de su  desarrollo  psico-físico-moral,  que dependen  de esa  identidad,  (del  compuesto  nuclear) , no  viceversa,  lo que  da al  ser  humano  su absoluta dignidad  y le hace persona. 

Esta  identidad,  única,  ( compuesto  nuclear  indivisible ), desde la  concepción  ( navidad  de la  persona ), es persona,  hasta los  epígonos extremos  de la  vida agonizante.  A este compuesto  nuclear óntico ,  que  existe  como  tal,  por  su esencia, en  virtud  de su ser   y  naturaleza humana,  le  debemos  reconocer  su título  de persona y sus derechos relativos. 

Cuando  hablamos  de la vida humana,  cuando  trabajamos como  científicos  con las  ciencias  de la vida,  cuando  ejercemos   nuestra  profesión  médica, reconocemos  al  ser  humano  y  esto debe ser así, siempre,  como sujeto  y no objeto en  campo  bioético,  aunque  este sea,  a nivel  teórico, el  objeto de la reflexión. 

Este compuesto nuclear óntico indivisible, no es  naturalmente autosuficiente, ( volvamos  nuestra mirada al embrión ), relacional  y en  relación,  desde cuando  establece  esa interfase  de comunicación   en el útero, con  su madre,  en  su  desarrollo  y evolución, tiene  una precisa  autonomía, que en sentido biológico  corresponde  a su código genético  y en sentido personal a su libertad, que nos  empeñamos  a reconocer, como  derecho álcenos potencial, en cualquier ser humano aunque no este en grado de ejercerlo  senilidad, discapacidad, enfermedad mental  o  estadío,  zigote-embrión - nascituro. 

Los  investigadores, médicos, biólogos  para  captar  la  realidad compleja de la persona humana  planteamos   usar  un  modelo  bioético  de referencia  que  nos   permita   ampliar  nuestro  horizonte. 

Si al hombre sujeto de nuestro quehacer, lo  consideramos en todas su dimensiones  y como persona humana  la colocamos,  subjectum , al centro de nuestra  tarea  y  luego nos   interrogamos  de  manera  reflexiva  sobre  nuestra  tarea, médica y científica,   nos  aparecerá  un horizonte con sentido, abierto  a lo trascendente,  abierto   al  Ser Subsistente, ordenado, y sometido al  fin último  de toda ética objetiva.

Por eso  en nuestra  revista   en  diverso modo hemos expresado  que  la  inteligencia humana  es  capaz  de la  verdad, de reconocerla  y de asumirla como norma  de la acción humana.

Consideramos  que  se traza el  itinerario de la ciencia ficción   o de las  grandes utopías,  cuando se plantea que  puede  sostenerse un modelo bioético  o una   “ etica  sin verdad ”.

Por  eso   defendemos   un  modelo bioético personalista.  Con  este  modelo  perseguimos ,  la  búsqueda incansable de una Verdad,  no  de un compromiso  que la sacrifique.  Verdad  que debe descubrirse en una búsqueda que es al mismo tiempo  un compromiso de investigación seria desde el punto de vista científico, abierta  a lo trascendente, en permanente diálogo con la cultura y la fe.